Avelino Aguirre Lizaola

Educado como niño de coro en la iglesia de Santiago de Bilbao y como miembro de la capilla bilbaína, perdida la voz a los trece años, se dedicó al estudio de la armonía y composición con Nicolás Ledesma y posteriormente en el Conservatorio Superior de Madrid, adonde acudió a los 16 años, como otros muchos vascos que buscaban formación fuera de su región. En un opúsculo publicado en 1866 que contiene el nombre de los alumnos que, habiendo estudiado en el Conservatorio de Madrid, “adquieren una subsistencia decorosa debido a la enseñanza que han recibido en dicha escuela”, consta entre los compositores el nombre de Aguirre, con unas ganancias anuales de 30.000 reales de vellón, lo que indica ya cierta fama. Completó su formación con estancias en los conservatorios de París y Milán, en este último como alumno de Lauro Rossi, director del conservatorio. A su regreso, formó en Bilbao una orquesta que actuó en la temporada de ópera del Teatro Principal, entonces en crisis, y le dio renombre en la ciudad. Actuó también como director de los coros del Teatro Real de Madrid, con los que realizó una gira por España; en esta época dio a conocer el famoso zortzico A Bilbao y otras obras religiosas como el Christus factus est o Canto a Teresa. Aguirre terminará yéndose a América, como muchos otros compositores del s. XIX que buscaban salida a una situación económica difícil: así Camps y Soler, Modesto Borrel y José Campabadal, entre otros. En 1876 se estableció en Buenos Aires, donde dirigió la orquesta del Teatro de la Ópera, estrenando en 1887 La Gran Vía de Chueca; también actuó como empresario e interpretó numerosas zarzuelas, siendo nombrado posteriormente director del Conservatorio Nacional de Música.