Ávila

I. EDAD MEDIA

La repoblación y reorganización de Ávila y su territorio tras la reconquista de Toledo por Alfonso VI (1085) marca el inicio de un desarrollo histórico continuado, así como el surgimiento de las instituciones religiosas y civiles en las que se fomentarán importantes actividades musicales. Las noticias sobre la música en los primeros siglos tras su repoblación son escasas. Los datos que sobre danzas e instrumentos aparecen en los relatos de fiestas y bodas de los primeros repobladores (entre ellos el célebre Nalvillos Blázquez) recogidos en la Crónica de la población de Ávila (s. XII), sólo figuran en copias tardías, ca. 1600, sin ninguna fiabilidad. Desde comienzos del s. XII parece que ya existe una minoría hegemónica eclesiástica que puede denominarse Cabildo catedralicio; hacia 1130 comienzan a diferenciarse algunos oficios dentro del Cabildo y en 1146 aparece un Domingo como jefe de coro o cantor (lo que será el chantre). En 1250, el cardenal Gil Torres expidió unas constituciones para la iglesia de Ávila, confirmadas por Inocencio IV, en las que quedan ya fijadas las obligaciones del chantre: regir el servicio del coro; ordenar a los hebdomadarios para las misas y a quienes hayan de cantar los responsorios, lecciones, invitatorio, antífona, Aleluya y prosas; dar las entonaciones en el coro y en las procesiones, y examinar de lectura y de canto a los que ingresan en el coro menor. Las constituciones de 1250 confirman también la existencia de doce niños de coro. El papel del chantre cada vez se dirige más hacia los aspectos organizativos, abandonando los musicales en el sochantre, que aparece ya en el s. XIII (en 1263 se le menciona por vez primera), encargado de entonar las horas, salmos (desde el principio hasta la mitad del primer verso), responsorios y antífonas. Sobre la vida musical de otros centros entre los ss. XII y XIV apenas han quedado más referencias que las iconográficas (Biblia de Ávila, sepulcro de los santos Vicente, Sabina y Cristeta, del s. XII, y portada norte de la catedral, de finales del s. XIII) y los restos de algunos libros de canto llano con notación de puntos: un fragmento en la parroquia de San Juan (hoy en el Archivo Diocesano de Ávila), un evangeliario en el museo de la catedral, procedente de la parroquia de San Pedro, ambos del s. XII, varios fragmentos procedentes del monasterio premostratense de Sancti Spiritus de los ss. XIII y XIV, y otro fragmento procedente de las dominicas de Santa Catalina (hoy en el Archivo Histórico Nacional, Madrid) aunque de origen desconocido, pues este beaterio no se fundó hasta 1460. Hay que señalar también la dotación de ocho mozos de coro “que sepan a lo menos leer e cantar para este oficio” que se da a la parroquia de San Vicente por privilegio real de 1302, número que se aumenta a trece en 1313.

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