Orfeo y Eurídice

ACTO PRIMERO

(Escena primera: La pena de Orfeo y sus compañeros ante la tumba de Euridice con la solemnidad de una obra religiosa.) El estatismo de la armonía y la prolongación de su duración retomando el coro inicial, le confieren el carácter de un amplio pórtico, que representa la verdadera obertura de la ópera. La majestad del coro hace resaltar, por contraste, la terrible humanidad de la triple exclamación de Orfeo («¡Euridice!»): Gluck encuentra por vez primera el equivalente musical de este dolor elemental, cuya ausencia tanto habían deplorado los filósofos en la ópera tradicional, fuera italiana o francesa.

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